Las Petunias


14 de junio de 2016, 4.50 pm., Las petunias Biobar
Me nacen flores.
“Tanta gente que mira y nadie que ve que más allá del invierno, estamos nosotros” —escribía a la mañana. 
Hoy ha sido un día invernal en medio del otoño, pero el café de alguna forma me ha salvado. El café viene a mí como resguardo de esta ciudad de furia y caos premeditado. Hoy también ha sido un día de encontrar un jardín escondido y el movimiento de las hojas en el viento de junio. 
Raíces y paredes moradas. El sonido del vapor de café como una melodía que se echa a dormir en mi memoria. Ventanas de ayer y de siempre. Petunias que me hablan de amor y luz tenue, de herencia e historias susurro. Un refugio de esta ciudad de bullicio y ceguera, donde todos corren hacia un destino que aún no se ha inventado; ciudad de bocinas que irrumpen en contraste con una canción de Dustin O’Halloran: “We float”, flotamos dicen las notas del piano, y sin saberlo quedo suspendida desde la mañana hasta la tarde en una bruma de música, placer y poesía. 
Escribo, y de a poco me olvido de mí entre plantas y guardas azules, entre la interferencia extraña de la radio y pompas de fieltro que llueven colores, devolviéndome al Norte por tan sólo un segundo como los ojos que se cierran y se abren a mitad de una palabra, como el último suspiro de una mecha en parafina o el beso sutil de la relatividad del tiempo.
Me nacen flores entre “tanta gente que mira y nadie que ve que más allá del invierno, estamos nosotros.”
S.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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