8 de junio de 2016.
Perder el montaje humano.
La intersección entre la fuerza suave del mar y el alma de las piedras…
¿Es posible estar en varios lugares a la vez?
No habito los lugares, los lugares me habitan.
Me hago en el viento.
El Norte me convierte en un puzzle de ciudades que aún no se ha inventado, en palabras que esperan el momento para transicionar de la boca a la deriva.
El Norte me regala poesía y me convierte en canción que vibra entre acordes salvajes y nombres nativos.
No saber quién soy, no saber de qué estoy hecha, es parte de la búsqueda.
El Norte me estremece y yo me dejo caer. 
*
10 de junio de 2016.
Fuego violeta. Viento azul.
Salta trae consigo instantes que se quedan conmigo y hacen que en esta mañana de gris y semi invierno yo me sienta dulce y llena de amor.
Ayer un frasco de vidrio sirvió de refugio para un puñado de palabras, de las que más tarde nacerá un poema para una casa de música e historias llamada Esperanto. Una de las frases decía: Insista en construir desde el amor. Que es lo mismo que decir «Usa el amor como un puente».
Cerati tenía razón, si nos animamos a cruzar podemos encontrar cosas hermosas.
La vida se atraviesa. 
La vida me atraviesa. 
Estoy aprendiendo a cruzar.
*
11 de junio de 2016.
Me estoy llenando de pájaros.
Ha pasado una semana desde la llegada a la ciudad. Los relojes no saben de mis viajes verticales; no pueden contarte del aroma a café y la sonrisa cálida de Bara en la mañana. Tampoco pueden medir la inmensa sensación de que en esta casa de palabras crece una familia.
Transcurre la mañana. Yami y yo sonreímos. Volvemos a mirar por última vez las frases que acarician las paredes.
Es que Salta… Salta trae cosas buenas. Salta trae cambios, principios, finales y principios y finales y…
Salta me enseña del silencio blanco y la contemplación de las manos y la figura del hombre; de la música y el misterio de la búsqueda; de Clarice por la mañana, la tarde y la noche. Salta me enseña a soltar(me) a mí misma, como se suelta el cabello en la cima del cerro, como se sueltan dos manos un viernes por la noche, como se suelta una emoción en el cuaderno.
Hoy ha sido una mañana fría, pero mientras acunaba una taza de café buscando calor -como hace 4 años en París-, Miguel lograba asir mi magnetismo con esta ciudad en una canción: Fairly Right.
Miré a mi hermana. Miguel nos recuerda a nuestro padre. Miguel es como el padre de nuestro paso por esta casa de palabras. Se lo hicimos saber antes de partir, porque sentimos que las cosas importantes tienen que decirse; porque el amor y la palabra, y el amor por las palabras; porque la palabra Amor tiene múltiples formas, sonidos y colores; porque si algo tiene que echar raíces hacia adentro, que sea el Amor.
Salta me enseña cosas importantes:
Entregarme al «sagrado riesgo del azar»… A la súbita sensación de placer y de vida.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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