“Y esta fue mi verdadera misión: ser la música del cuerpo. (…) el alma necesita de un cuerpo y yo soy ambos, la tierra y la inexplicable belleza del cielo por donde vuelo, tan suavemente.”
Mary Oliver




5 de junio de 2018. Malvón café/bar.

Notas al invierno.
Me dejo llevar por la intermitencia del sol en la ciudad, la forma que tiene de entreverarse en los edificios cuando estoy en movimiento. Si cierro los ojos, sucede el parpadeo: imágenes silenciosas que alteran la percepción del lugar, del nombre. ¿Podría estar en cualquier paisaje? No, pero sí podría ser cualquier ciudad la que me albergue. Soy un animal óptico que se mueve en las ciudades.
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Cuando le dijiste “allez” al pequeño gato negro supe que entraba en lo desconocido.
Mientras respirabas el mundo en mi nuca, me detuve a mirar el triángulo de luz que anunciaba la mañana. No hubo tiempo, sólo contraste. Noche y Día fueron más que dos palabras: fronteras que atravesamos con el cuerpo. Entonces recordé lo que anunciaste a mitad de madrugada: “no te preocupes, sé moverme en la oscuridad“.
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A veces me vuelvo roja para esconder el azul. Roja la boca donde el mundo es y se hace voz. Roja la memoria que parpadea entre los árboles. Rojo el esmalte que hace que mis dedos parezcan más largos. Rojo el silencio que tiñe esta indecisión. Necesitar aislarme y con el rojo arrojar una granada que me deje desnuda hasta los huesos. Rojo el pájaro de Mary que me trae el espejo y la calma. Buscar refugio en lo cotidiano del café o el papel o la música. Algunas palabras blancas. Cantar al cruzar las avenidas como una forma de entrar en la vida misma.
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El viernes leí un poema de Pablo Neruda traducido al inglés. Se llama “Loves: The City“. Dice “I think now that my poetry began / not in solitude but in a body“*. La poesía es un acto físico y radical que me conmueve; esa granada; mi boca el sábado por la noche al leer una carta que nunca envié, o cuando en la misma noche probé la materia de la que él estaba hecho.
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Café Malvón: permanezco con la mirada suspendida sobre el jardín. Contemplo la jaula y recuerdo la frase luminosa: “el amor es la muerte de la jaula“. Se hacen evidentes el otoño y el frío pero yo llevo un rojo de altura en los labios. Todo está bien. Todo estará bien.
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*Traducción: “Pienso que se fundó mi poesía no solo en soledad sino en un cuerpo”.
Imagen: favim.com
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sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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