
23 de septiembre de 2015, 4.40 pm.
Llueve en Buenos Aires, aún llueve, y el Ateneo se ha transformado en mi refugio.
Dejé pistas de notas, de un cuaderno de color habano y cinta azul, entre Marguerite Duras, Italo Calvino, Walt Whitman, Enrique Vila-Matas y Luis Alberto Spinetta. Dejé notas de amor, y café, y citas de Cortázar para que formen un nido en quienes se encuentren en las notas, o quienes quieran jugar a la Rayuela o la búsqueda del tesoro.
Porque alguna vez leí que la vida es un juego; y ya que estoy improvisando en este papel “ser adulta” todo-el-tiempo, de tanto en tanto salgo a cantar por la calle, a bailar en la vereda o regalar amor, café y poesía a pesar de la lluvia, que es otra forma de decirte: sigo escuchando a la niña que siempre me acompaña.
De tanto en tanto, me animo a gestar mi propia forma de amor, mi propia forma de sentir, de pensar, porque alguien alguna vez me dijo que a la vida mejor sacarla a bailar y esto, de alguna manera, se ha quedado conmigo. Hoy ha sido un día de bailar bajo la lluvia.
S.