En mí conviven el día y la noche como una retro-alimentación: asimilar el caos es otra forma de pronunciar la libertad.
Me pierdo como una forma de confiar en la voz de mis entrañas. Camino a media tarde por las calles de París o Buenos Aires sin propósito – ir, esto es lo que importa.
“Soltar los mapas” y “soy el movimiento” son sinónimos que me devoran de afuera hacia adentro, como un capullo en rewind.
Asumo este proceso de auto-aprendizaje:
de gritar y quebrar cuando haga falta;
de ver los puntos de fuga en forma revertida – no como un punto de partida sino como punto de destino;
de librarme de las vendas;
de abandonar el espasmo de des-enredarme;
de ser benevolente con el concepto de regreso;
de despertarme en medio del temblor;
de perder el miedo de crecerme poemas hacia adentro.
Ésta vez gestaré un intra-verso y devolveré ciudades, historias de sexo y recuerdos de la infancia por la boca, como resultado de una revolución hacia el espejo.
12. Un proceso de re-conocimiento.
Vivir la poesía como molares sobre el cuello. Preferir el hematoma y renunciar a la piel inmaculada. Exponer la cicatriz que dejan las palabras como una elección: es necesario sangrar para que haya aceptación.
… Y si esto es el desorden,
que así SEA.
Imagen: Pinterest
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Este es el segundo capítulo de 12. 12 Mandamientos. 12 extracciones de sangre. 12 respiraciones boca a boca. 12 poemas, o no, 12 textos que buscarán su propia forma y la encontrarán en tus ojos.
Hasta el próximo capítulo,
S.
Ouch.
Eso.
tal cuál! y me costó muchísimo escribirlo Sofi porque fue como hablarme al espejo y hacerme bajar a tierra (y ese ouch estaba intercalado en cada oración)… Gracias por leer 🙂