En mí conviven el día y la noche como una retro-alimentación: asimilar el caos es otra forma de pronunciar la libertad. 
Me pierdo como una forma de confiar en la voz de mis entrañas. Camino a media tarde por las calles de París o Buenos Aires sin propósito – ir, esto es lo que importa. 
Soltar los mapas” y “soy el movimiento” son sinónimos que me devoran de afuera hacia adentro, como un capullo en rewind.
Asumo este proceso de auto-aprendizaje:
de gritar y quebrar cuando haga falta;
de ver los puntos de fuga en forma revertida – no como un punto de partida sino como punto de destino;
de librarme de las vendas;
de abandonar el espasmo de des-enredarme;
de ser benevolente con el concepto de regreso;
de despertarme en medio del temblor;
de perder el miedo de crecerme poemas hacia adentro.
Ésta vez gestaré un intra-verso y devolveré ciudades, historias de sexo y recuerdos de la infancia por la boca, como resultado de una revolución hacia el espejo. 
12. Un proceso de re-conocimiento. 
Vivir la poesía como molares sobre el cuello. Preferir el hematoma y renunciar a la piel inmaculada. Exponer la cicatriz que dejan las palabras como una elección: es necesario sangrar para que haya aceptación.
… Y si esto es el desorden, 
que así SEA.
Imagen: Pinterest

***

Este es el segundo capítulo de 12. 12 Mandamientos. 12 extracciones de sangre. 12 respiraciones boca a boca. 12 poemas, o no, 12 textos que buscarán su propia forma y la encontrarán en tus ojos. 
Hasta el próximo capítulo,
S.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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