16 de febrero de 2018. Viernes

El título en francés de “Before Sunset” es “Avant la nuit tout est possible“, es decir, “Antes de la noche todo es posible“. Ojalá tus manos pudieran sentir el crepitar de las palabras en mis labios, pero no puedo escribirte más de lo que digo, decirte más de lo que escribo.

¿Podría alguien, quizás, regalarme la estampa magna del Dios Azul de la poesía? Quiero encenderle una vela y ofrendarle este animal que crece y repta dentro mío cada vez que pienso en tu mirada desde las alturas de esa tormenta de arena que eres.

Ahora mírame. Deja que te mire. Quiero jugar contigo. Encender una luz en el cuarto nocturnal que nos contiene, así como un diario agazapado, íntimo y ronroneante.

Tú, recuerdo felino que vienes. Merodeas entre mis piernas y el perímetro de mis clavículas hasta dejar mi fantasía exhausta y tendida bajo un sol eclipsado.

Antes de la noche todo es posible, pero ¿qué hay de lo que viene después? Más tarde, cuando el mundo se aquieta y los grillos asoman su canción pausada. Después de las fiestas y las citas de Cortázar; después del reconocimiento en el otro y esa memoria que se ilumina, intermitente, llevándome a puerto deseado; después de ese horizonte que también huella espectral que divide mi torso y propicia, incisivamente, el umbral de la poesía. ¿Lo sientes? Es el Dios Azul, canta para nosotros como grillos en la noche, extendiendo una prórroga para la posibilidad. Guiándonos hasta la próxima pequeña muerte parda, posada entre las sombras, esperando entre los huesos, inclusive… después del anochecer.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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