1 de febrero de 2018. Jueves.

Despejando la ecuación sólo ha quedado:
un par de llaves en la mesa
el caer de la noche
Plaza Washington
el canto de los pájaros de cobre y aluminio
el espejismo de un rostro
la fragancia del sándalo
un álbum de música en francés
Katherine diciendo: “versos escritos en una cama extraña”
la vajilla sin lavar
una frase: “And the arms of the ocean are carrying me”
las palabras impares.

Apenas la habitación encendida,
la garganta con arena
y pensarte solo (que no es lo mismo que sólo pensarte).

Apenas el miedo
a lo obscuro,
a la muerte,
a la vigilia.

Despejando la ecuación
lo que sobrevive al desborde,
lo que ha quedado:
la luna grávida y yo,
conversándote.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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