31 de enero de 2018. Miércoles. [Fragmento]
Anochecer.
Más que palabras: un océano de noche. ¿Decir La Casa es decir Hogar? No lo sé. Me siento sobre el margen a tararear una canción azul, secreta e inevitable. Algo así como decir: “mírame con la esperanza novel de quien se aferra a lo vivo” o “ámame con la inexperiencia digna de lo que acaba de nacer”. Y también “quiéreme, quiéreme, quiéreme con el último vestigio de los huesos de todos los poetas que han pisado la tierra”. Atáñeme a mi verdadera naturaleza para que sea libre y sedosa. Con tu índice en mi boca dibuja el serpenteo de lo que intento explicar y no se oye, pero se lee en mis ojos: el Hogar que se extiende más allá de la forma, el espejo que al moverse revela la continuidad del misterio, el placer de reconocer tus manos, aunque no estés aquí.