07 de noviembre de 2016. 
Wait in the fire. 
Suena Jeff, al igual que en otros días nublados. El cuerpo sufre el espasmo embriagador de la escritura, que en este caso se disipa de los hombros hasta el hueso, certero y fugaz hasta la punta de los dedos. Quema, a veces la escritura quema. 
Índice-medio-anular, en repetición, como un jadeo, como esos besos que nacen y nos (de)vuelven a la vida, como la mirada de un hombre y una mujer que entienden todo sin decir nada. 
Índice-medio-anular; difícilmente los pulgares. Nunca fui buena para seguir las reglas de mecanografía como lo hacía mi madre. Tampoco para escribir haikus, entrenar para una maratón o recordar en dónde están mis cosas. Siempre olvido un poco, recuerdo un poco, me pierdo un poco… de todo. 
Nunca fui buena para reducir mis ganas de escuchar una misma canción, o para acotar mi dosis de café (y quizás la cafeína tenga que ver con el espasmo). Quema, escribir quema y a veces no lo veo venir. Viene, tempestuoso, sin permiso. Viene y acorrala y seduce; aplica la fuerza inexorable del amante, el anhelo de lo que está por llegar y se hace sentir por debajo de la piel. “Wait in the fire“… El fuego. ¿En qué se transformaría la escritura si no la dejara salir? Quiero decir, ¿de qué forma estallarían mis átomos si no fuera a través de la escritura? 
Mente-cuerpo-corazón. La escritura, el fuego, la música del tiempo, mis ojos café, el fervor de los días sin nombre. Nunca fui buena para escribir haikus o para llorar cuando estoy acompañada. 
Mezclo palabras en inglés y castellano porque mi lengua elige por sí sola lo que le sienta mejor, dejándose llevar por el erotismo de la pronunciación. “My kingdom for a kiss“. “Mi reino por un beso” canta Jeff, entre acordes salvajes. Encanto gris, fuego, escritura, y fuego de nuevo. Ojos cerrados y tacto fantasma: Índice-medio-anular Índice-medio-anular Índice-medio-anular.
Rostro desconocido del amor, presagio. “Lover, lover, lover”. Fuego que viene, que llega, que se hace desear: “Grace“. 
Beatitud de expresar el deseo, de conocerme.
La belleza de la transformación.
Nunca fui buena para escribir haikus. . .

Imagen: Pinterest

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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