14 de octubre de 2016.
Música de los días sin nombre.

Ayer a la noche fui libre. 
Sonaba la música y mi cuerpo se llenó de acordes salvajes. La luz azul cubrió los rostros, las voces y las manos; se extendieron los tejados de París a Buenos Aires. 
Entendí que nunca abandono las ciudades sino que ellas van conmigo, siempre. Algo de mí queda reverberando en el aire, y algo de ellas permanece, se anida dentro para luego florecer.
Mi hermana y yo nos miramos y sobraron las palabras. En un abrazo sostenido comprendimos que todo está bien, todo estuvo bien, y todo fue lo que tenía que ser; que todo lo que pasó nos hizo fuertes.
Ayer a la noche volví a ser la hija que encuentra poesía en la lluvia y un universo en la penumbra, pero también fui la mujer que tomó el rostro de París con las palmas de sus manos y le dijo: Siempre seguiremos siendo.
Es que a veces no veo que la libertad está tan cerca como escuchar una canción que me trae un buen recuerdo…
Como entregarme a la música… Como vaciarme de silencio para dejar que la canción me recorra con el tacto de un amante…
Como dejarme ser… En esta sensibilidad oceánica que va conmigo donde sea que vaya…
En este instinto feroz de ver el lado luminoso de la vida…
En esta honda aceptación de la vulnerabilidad, de la intuición, de la percepción abisal del instante simple.
Porque ¿Qué pasaría si todos los días despertáramos con la estremecedora sensación de que seguimos con vida…
Si abriéramos los ojos y los brazos agradeciendo de antemano lo que el día va a entregarnos?
¿Qué pasaría si revirtiéramos todos los decretos, mandatos y dictámenes, propios y ajenos, y nos diéramos cuenta de que somos posibles…
Si cambiáramos el NO por el SÍ, si fuéramos más benevolentes con nosotros mismos y nos regaláramos el sublime albor de la probabilidad?
¿Que pasaría si… Es que a veces no vemos que cuando se trata de amor todos hablamos un mismo lenguaje…
Que estamos hechos de posibilidad…
Que todo lo que tenemos es este momento…
Que siempre estamos a tiempo de encontrar-nos…
Que la vida nos sacude y sí, es inesperada y confusa…
Que también hay belleza en la deriva…
Que todo está siempre comenzando… On iva
Here we go
Aquí vamos…
Buen día, vida.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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