“Desde que éramos niños se nos ha inculcado eso. Nuestro propósito es explorar el Universo, sabes. El espacio exterior es donde encontraremos las respuestas a por qué estamos aquí y de dónde vinimos. Es como si todo el mundo buscara estas respuestas a 800 millones de millas de distancia y la verdad es que las respuestas están justo en frente de nosotros.”

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1 de julio de 2016, 2 am.
Café. Buenos Aires. Frío. Llovizna. Café. La precipitación buscándose una forma de vida entre las páginas del diario.
Al escribir, estoy precipitándome hacia adentro. Esta comunicación silenciosa en la que intento entender cómo funcionan los lazos del mundo me lleva de nuevo a tu encuentro. 
Hace casi un mes, Yemanya me hablaba de confiar en la oportunidad dorada. Quien habla y escribe ahora para nosotros es la Diosa del Mar: “Como el mar, la vida se mueve a través de las olas y las mareas.”
Estoy aprendiendo el oleaje de nuestro idioma subterráneo. Aún no sé si estoy a un paso de perder la cabeza o sentir amor. Tal vez son la misma cosa.
Todavía tengo miedo; todavía tengo dudas ante la posibilidad de abrirle el corazón a la profundidad del océano. Sari ha venido por la tarde para echarle luz al cuarto oscuro en una frase: “Prestar atención a las dudas.” Es como seguir un indicio. ¿Qué hay del otro lado de esta mansa duda que se planta en mi camino cada vez que me detengo a contemplarme?
En los últimos meses he sido un oleaje en sí mismo, una duda de hueso y de vientos azules, de nostalgia y amor.
Ya son las 2 de la mañana. Busco excusas para no dormir, por miedo a que el sueño me lleve hasta tu nombre, que es decir poesía-deseo-amor… Al unísono.
Estoy perdiendo el control de mí misma lentamente, y me sumerjo en las cavernas de la duda, en donde decisión y elección no son otra cosa más que miedo. Le pregunto a las diosas qué hacer con todo esto. Una voz me responde: Elige una carta.
La respuesta ha sido “Freyja”, y así, una señal atraviesa el diario rojo como la luz a ventana, o la música a mi cuerpo: Entregarme al verdadero deseo que habita el corazón.
“Todo lo que necesito recordar es cómo era estar con vida.”
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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