I.
¿Qué sucede cuando se sueltan las sogas, cuando se cortan las cadenas?
Un jueves por la noche soñé con un espejo y dos versiones de mí misma. Me abro como se abre una flor en pleno invierno, a contra-pronóstico. De alguna manera he encontrado una forma de gestar las estaciones adentro de mi cuerpo, como un fenómeno nuclear.
II,
Un gato negro vino a hacerme compañía, entre oniria e insomnio: Un guardián. El gato negro y su mirada me piden que acepte el misterio de la vida y la muerte; piden que acepte mi instinto animal.
III.
“Pierde el miedo a perder”, dice Romina.
No queda nada por perder en el desierto. La poesía y la voz quizás sean el agua y la sed que se devoran uno al otro, como dos amantes que al gestar las estaciones en el cuerpo dan a luz al mundo.
IV.
Digo: Flor salvaje, y con ello me doy cuenta de que las flores no flotan. Decir “La Flor Salvaje” es comulgar en dirección a mi naturaleza. Entonces: Venus, Dana, Escorpio y Gato Negro se convertirán en la tierra que alimenta mis venas.
“La Savia y la Sangre”, “La Mujer y la Flor”, o “Floema y Poema” son la misma cosa.
V.
Estoy comenzando a aceptarme. Me miro al espejo y pronuncio “Amor” con los dedos en los surcos de los labios para entender su movimiento.
Me estoy haciendo Mujer.
Inspirado en la canción de Andrea Lacoste: Tierra de eterno verano.
Con la colaboración visual de Mel Seser