Hoy me di cuenta 
de que el teclado es mi piano.
23 de febrero de 2016.

Ayer me hizo falta el abrazo de mi madre. ¿Cómo se abraza a un fantasma? Es duro a veces, ¿sabes? Es duro querer abrazar un recuerdo, porque los recuerdos no caben en dos brazos.
Por la noche, el perfume de mi madre vino como una caricia en el medio del desvelo, duró hasta que finalmente me entregué al letargo, que según los libros es como entregarse a la muerte. Levantarse al día siguiente es volver a vivir.
Hoy ha sido un día raro. Hace 1.925 días que mi padre no despierta. “Papá está muerto” —me digo mirándome al espejo—. Desde entonces he aprendido a escribir la muerte con los labios sin volver hacia atrás para pintarla de negro. “Muerte” ha dejado de ser un tabú desde el 16 de noviembre de 2010, ¿o acaso fue desde el 05 de agosto de 2013? Ya no recuerdo. Tampoco es posible abrazarse a las fechas, por mucho que uno quiera.
Tengo el cuerpo drenado, como si en mí habitara una mujer del siglo XIX que está viviendo de prestado. Hoy ha sido un día raro, y el ardor y la furia del microcentro porteño me han dado un latigazo, recordándome el porqué de la ansiedad-de-dejar esta ciudad. Hoy el verano parecía condensado en 5 horas, pero en medio de esta jungla de cemento, del arrebato del asfalto, vi como una pareja comenzaba a enamorarse. Un hombre y una mujer se hicieron cómplices, y no desviaron sus miradas para ver los estados último modelo que se llevan en las redes. Ella agachaba su mirada con una timidez en la que pude reconocerme, mientras él sostenía la suya jugando con la manga izquierda de su remera —no pude deducir si de los nervios o de la gracia de tener el privilegio de observarla—.
Hoy, en mi día raro, en uno de los tantos días en los que quise un abrazo de mi madre, en medio de la ciudad de la furia… Coincidieron el amor y la muerte.
A veces pienso que las ciudades tienen tanto por contar. Solo hay que sentarse a escuchar, aunque no alcancen los brazos.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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