Estoy soltando el querer entender. Hoy pude verlo, claro como el reflejo de un ocaso de Roma en el Tíber.
Amanecí con un recuerdo dulce en la lengua, o quizás fue un idioma que aún no se ha inventado, no lo sé.
Abrí las cortinas con un poco de paz y un poco de tristeza, porque ayer nos deshicimos de fotos y objetos que carecían de dueño. ¿Cuánto vale una foto, o una lupa, o un papel con la letra de mi padre? Ayer por la noche valió poco, porque entendimos que el valor está en nosotras: La sangre.
Sólo un cuenco vacío puede llenarse“, decía Marina un verano hacia atrás. Me estoy vaciando para lo que está por venir; y este vacío en lugar de ser agrio se está convirtiendo —lenta, lenta, lentamente— en una sensación que va desde el centro del pecho hasta la punta de mis dedos, como una corriente que aún no he podido definir… Te dije, ¿ya dije que estoy soltando el querer entender? Esta sensación… Ah, es que no puedo definirla, pero sé que eso está bien, que hay sensaciones que no se pueden definir, como algunas canciones, como algunas ciudades; como el paso del tiempo o el abrazo de una madre, como el amor de las manos de una abuela.
Estoy soltando y me siento dulce, y cierro los ojos y viene un recuerdo… Ahí viene. Siento cómo comienza a expandirse el corazón; se expande de tal forma que por un segundo temo que no resistan las costillas. Digo: Este momento, en este momento la gloria y la muerte son iguales.
Podría morirme con la dulzura, la paz y la tristeza formando un triángulo en mi cuerpo. Podría morirme sabiendo que parto con una frase que define lo más importante: “Pero antes, antes hubo vida.
Querer entender la demacrada y caprichosa belleza de la vida y el afán de cubrir el sol con el índice, son la misma cosa.
Por eso abro las manos; estoy empezando a soltar.
Imagen vía Brigette Bloom
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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