Cosas bellas y sucias
han venido a buscarme
en el pecho del gorrión que me acunaba.
Cosas bellas y sucias
he aprendido a aceptar
mientras la espalda se vencía para atrás:
el pasado,
el pasado me atormenta,
el pasado la tormenta,
el pasado la tormenta y el corazón en la espalda.
“No tengas miedo de sentir” – oigo
en mi voz
en el eco
en la voz de mi madre
y lloro las rutas,
los secretos,
los rincones,
la nostalgia de los amores no vividos.
Cosas bellas y sucias
han venido a saquearme el confort de la rutina
de miércoles
de octubre
de 3 años después;
y 3 años después una vida que se abre
y un velo que se corre:
la madre y la hija en el espejo;
la plática de mujer a mujer.
Se abre
Se abre el secreto
Se abre el secreto como una flor de loto
en el lodo
en el barro
en el charco de agujas hacia atrás.
En el charco de agujas hacia atrás
me perdono,
perdono a la hija,
perdono a los padres,
perdono las raíces
y el árbol de la vida.
Me levanto en el lodo
y me expongo a la luz,
DESNUDA.
“Nada pasa porque sí” – escribe Ella,
mientras la leo pasada de reloj y calendario,
y con esto va directo al corazón
No tendré miedo del fuego.
No tendré miedo del fuego.
No tengo miedo del fuego.
El lodo.
El barro.
La espalda vencida.
Los ojos abiertos aún estando cerrados.
Se abre el pecho como se quita el vestido,
y con las palmas de mis manos hacia arriba
desnudo el perdón,
desnudo la herejía;
desnudo la hipótesis de amor y de tiempos de cólera,
de amor y de tiempos sin la voz de la mujer.
Cosas bellas y sucias
han venido a buscarme mientras vibran las células
y la búsqueda me revela la verdad;
y en el aullido de un viaje, yo despierto…
yo despierto a la verdad:
DESNUDA…
Cosas bellas y sucias.
Imagen vía journalofanobody.tumblr.com