(Enciende el cerillo mientras estamos a oscuras).
Ven, que voy a contarte un silencio:
Todos caminamos sobre el fuego,
fuego líquido.
Tú caminas, él camina, camino yo.
Hemos llegado a la luna,
y la luna en las manos equivale a Tsunami.
La madre
En la luna se agitan las aguas
y un secreto ha crecido entre los huesos.
El humo sagrado ha venido a salvarme.
La tormenta del secreto me ha arrastrado hasta la costa
y un anfibio ha nacido entre las piernas.
Se agitan las aguas
y el hielo toma forma entre las piedras.
El agua corre y la montaña se queja:
Canto de abejas.

La montaña trae luz y yo le digo:
No apuntes a los ojos, 
no apuntes a mi pecho que soy foto-sensible.
Y a pesar de las tormentas de viento y de lluvia,
de los incendios de nieve y calor,
La memoria me dice:
No olvides el fuego,
no olvides que caminas sobre el fuego,
fuego líquido.
Tú caminas, yo camino, nosotros caminamos.
Estoy aprendiendo a quitarme el hielo con los dientes.
Estoy aprendiendo a leer:
H de hija
H de humo
H de hielo
El verbo del recuerdo encierra el secreto
en una letra invisible a la lengua.
Como un secreto que crece entre las vértebras 
o los pulmones 
o el corazón.
La montaña me dice:
El hielo es enemigo de las piedras;
y me sigue enseñando a leer.
Yo sostengo la piedra,
y la piedra me habla:
La montaña me ha enseñado a leer.
La montaña me ha enseñado a leer la oscuridad.
Canto de abejas.
Ven, que voy a contarte un secreto:
Quiero darte las gracias.
Quiero darte las gracias por la luz.

(Apago el cerillo y nos quedamos a oscuras)

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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