I.
Te digo: si te animas a leerme verás que soy un crucigrama.
Los átomos dispersos
en desorden
en ausencias de ti y ausencias de vos
en suplencias de mí (misma)
II.
Ahora déjame decirte lo que ya no soy:
un palíndromo
una hija
una prófuga de amor 
Pero “somos”, somos sí que es un palíndromo.
Tanto como Roma es el de una palabra que Cortázar supo reflejar como un anhelo.
O como el hecho de que mi nombre es otra forma de la boca sin la ausencia de “a”
O como el lecho de mi muerte y las cenizas en el viento:
Serán. 
“Serán” es una expresión de deseo.
III.
Ahora sigo y digo: 
el deseo del océano,
y los dientes en el cuerpo,
y los cuerpos al sol una mañana,
y el sol en la piel:
La metamorfosis de la piel de los cuerpos al sol.
IV.
Tomo mi piel y me pelo por capas.
Me nace un río -¿lo ves? aquí se asoma otro palíndromo que se convierte en un deseo sin ausencia de “te”-.
Y una mujer hecha de tinta
Y una muchacha con ojos de papel.
V.
En este momento en que te escribo soy 
el invierno que prefiere ser insomne entre mis manos,
una taza vacía. 
Soy un síntoma del tiempo;
un crucigrama con la respiración de la tierra
                         – ————en este momento.
Imagen vía tumblr.com
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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