…Y tomarte de la mano para que vengas conmigo, y nos quedemos escuchando un duelo de guitarras al costado del Carrer del Bisbe.
Que miremos hacia arriba como niños que miran hacia el cielo, y en lugar de nubes encontremos esculturas que nos devuelven la mirada – ¿un guiño de la arquitectura o un capricho de revés, como nosotros? –
Que nos dediquemos canciones mientras nos sentamos en el parque con aires de océano que escolta la terminal: vos elegís Lotus Flower, yo House of Cards.
Que cuando volvamos a la habitación desterremos el aire entre nosotros.
Que te deje pétalos de loto en los labios para que crezcan raíces hacia adentro.
Que cuando te mire entienda que todos mis demonios finalmente encontraron compañía.
Que me deje caer al menos en dos elementos a la vez: 
que te abrace en un incendio o me derrame sobre vos como el Mar Mediterráneo.
Que los versos comiencen a estrecharse mientras trazo renglones en tu espalda. 
Que la sombra de nosotros derribe los naipes de un soplo.
Que entendamos cómo es la traslación entre la tierra y el sol…
Y todo después de una canción.

* lecciones de cómo asesinar el tiempo:

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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