“Nadie ha podido retener un rayo de luz.”

XY,
A decir verdad, no puedo reclamar-te nada. Y debo admitir lo que más cuesta admitir: que yo no soy para ti mucho más de lo que tú no eres para mí. Y si toca ser la que debe admitirlo primero, pues que así sea: tú eres raíces, y yo viento que aspira a vendavales. Tú buscas cimientos y yo cielos aptos para vuelos transatlánticos. Será que creernos parecidos no tiene la última palabra, al menos no después de todo. 
Necesitaba escribir para pedirte que no escribas, para empezar una hoja nueva. Abre las manos y deja que me escape entre tus dedos. Permíteme volar hacia otras latitudes y encontrar hogar en brazos con sabor a otros idiomas. Cortemos la cuerda que nos une. ¿No lo ves? La tensión no es favorable para ninguno de los dos.
A decir verdad, no puedo reprochar-te nada. Y si debo ser yo quién dé el primer paso, pues suelto primero como una forma de afianzarme. 
Echa raíces. Constrúyete un hogar entre otras piernas. Rescátate en el confort de todos los sillones del mundo con una copa en la mano y alegorías en la otra. Cosecha semillas en sábanas que quieran quedarse de este lado del océano.
Déjame perder. Te cedo todo lo que tengo. Incéndialo. Haz un hoyo en la tierra y sepúltalo junto a tus fantasías más sórdidas, aquellas que he aprendido a soñarme de memoria. Es hora de partir para buscar un nuevo cielo. 
Ésta vez el viento sopla en otra dirección,
XX.


Imagen: http://on.fb.me/1E8rgk8

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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