Una clave de wi-fi que se llame amor.
Y un cuaderno que prefiere los poemas.
Y doblar las ciudades para llevarlas conmigo.
Introducción: Roma, París; París, Roma.
Palpar las paredes,
Los jardines,
el agua y la arena,
el metal,
mis huesos.

Una clave de wi-fi que se llame amor
para creerme los misterios,
para devorarme el pasado,
para rasgarme los miedos
(y rasgarme los miedos es
desvestirme para la próxima ciudad).

Y la cama,
y el pelo suelto y revuelto
porque ya no me importa.
Desperazarse – Abrazarse – Sentirse
(y todo con mayúscula, como los nombres
de todas las ciudades que quiero desdoblar cuando regrese).

Una clave de wi-fi que se llame Amor
y sea universal.
Enamorarme por instantes.
Música de paso, música de fondo.
(y Amor también con mayúscula).

– Notas de cuaderno, 14 de octubre de 2014. 
Madrid, España.

***
“Pero el amor, esa palabra…”

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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