Necesito el folk de las mañanas semi otoño 
para aislar mi miedo al frío;
el dulzor de voz ajena 
derritiendo los glaciares de tu infierno.

Necesito la sonrisa de niño que ya no tendré 
por animarme a activarme las renuncias
… la mirada acontecida 
de los mil atardeceres de rencores del pasado.

Necesito tus acordes,
porque me es tan necesario 
aprender la partitura de ojos tristes
que revela tu niñez a la intemperie.

Necesito curarte – y esto es algo repetido que ya casi es repertorio –

Necesito boca a boca y mano a mano, 
envueltos en bolsitas de granada 
para armarme los desarmes.
Necesito besos destructores 
y caricias detractoras de mis polos sensación.
… veranos aire libre destapándonos los pies, 
enredados en el vuelco de las sábanas.

Necesito acción etílica en las venas, 
alejando los pudores que no llevan hasta vos
… nuevas adicciones: 
tus pinceles de falange entre mis piernas, 
o la búsqueda de amor en callejones.

Necesito tu atracción en pastizales,
el campo de fragancia amaderada 
que se pierde en el camino cada vez que te alejás
… tus praderas de pestañas masculinas 
contemplándome las curvas.

Necesito retornar a mis raíces risas cómplices, 
bajo cuerdas de algún banjo juvenil.
Necesito carreteras vena aorta
desandándome con ganas.
Necesito contemplarnos en los besos que no fueron.
Necesito los amagues. 

Te necesito – y esto es algo sin sentido que no tiene explicación –

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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