Día 11 de un desafío de 365 días. Hoy es un día 11 que empiezo a escribir un día 10 anochecido. Casi pasadas las 12, casi jueves, casi viernes; ni.
Hoy soy coctelera. Hoy no se que va a pasar en los meses siguientes, e intento convencerme de que no importa. Intento relajarme las preocupaciones, masajearles las espaldas, pero están cansadas. Y me cuentan al oído: están cansadas de las veredas kilométricas de amores pasatiempo, cansadas de las ausencias paternales, cansadas de los tiempos a destiempo.
Hoy soy diluvio, aunque ya no esté lloviendo. Hoy soy jueves y viernes, risas y llantos, velo y desvelo. Y a veces las ojeras, a veces las ideas de ser más de la cuenta (o querer serlo). Hoy las palabras arraigadas, las confesiones indelebles, los miedos fronterizos que no saben de genética.
Hoy tormenta. Hoy caos, desorden, fonética incorrecta. Hoy acuerdos tácitos. Hoy las ganas de caer en brazos siempre abiertos. Hoy las dudas, las respuestas y las preguntas (de nuevo). Hoy semi-mental y senti-mental (como siempre).
Hoy día 11, capítulo 11, 11 pm más 2. Hoy otro día, como muchos otros, pero distinto… y sólo yo puedo buscarle identidad.

Notas de cuaderno – 27 de febrero de 2014
Me sumergí en la profundidad de mi pequeña tasa.
Nadé en un mar camel, sin olas ni corrientes.
El aroma a vainilla recorrió el torrente de mis sentidos,
remando la inercia hacia las orillas.
Sentí la calidez inundar mi cuerpo,
certera, abarcativa.
Me perdí para volverme a encontrar.
Una tarde. Todas.


 And there’s always love / whether tattered, strained, or torn / and on a train through the midwest / I was trying to get reborn / in a mining town / that had long been left to dust / stood a statue of a man / a plant poking through the rust and there’s always love / when you think there’s none to give / and when we stumbled through the cave / where a hermit used to live / and to say goodbye / makes a mess of all my thoughts / it makes me wish for eloquence / when its love that’s all I’ve got and on that slow train running / through the city / the sun is rising / the cornfields blurring / my mind is muddled / our hearts our heavy / our bodies seem so temporary
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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