“Hay una metáfora viva”, escribo mientras observo la lluvia caer desde el ventanal del departamento. Hay un espacio abierto, sí.
Acabo de leer una nota de Sophia Online sobre el oxígeno en las relaciones y la importancia de generar ese ciclo de respiración. Conecto ideas y pienso también en la frase de Ivanna: “Siempre puedo volver a mi respiración“. ¿Cómo es la respiración compartida? ¿En qué momentos se hace necesaria?
Quisiera tener palabras más claras; sin embargo, todo lo que puedo darme en este momento es este balbuceo, este intento de mapa sinóptico que esbozo para ordenarme, para canalizar mi propio aire: la verdad realidad es que la tanto la inhalación como la exhalación son una cuestión vital en cualquier situación.
Hace unos días apunté en el diario: EJERCITAR LA LIBERTAD (lo escribo en mayúsculas porque así lo expresé en la página y cada detalle cuenta).
El punto es que cuando mi ascendente y mi intuición se alinean alcanzo niveles de autosuperación inimaginables, y soy capaz de explorar aquellas situaciones que alguna vez fueron incómodas desde lugares completamente nuevos. Es ahí donde aparece la claridad, ni antes ni después, sino en el instante en el que estoy escribiendo para ordernarme a nivel interno.
Escribir fue, es mi puente desde que tengo memoria. Es mi pequeña e íntima revolución porque me permite entrar en contacto con la exquisita deambulación. Con esto quiero decir que si bien escribo para aclararme, lo hago sin la necesidad de que decante en eso de manera definitiva. Es un camino que siempre puede llevarme a destinos nuevos, improvisados e inesperados.
Escribir es mi forma de ejercitar la libertad en el vínculo conmigmo misma, porque es el espacio por excelencia en el que me dejo ser, en el que me permito fallar y correr salvaje a través del paisaje de mis pensamientos, seleccionando cuáles son las ideas, palabras o situaciones que quiero condensar/expresar hoy.
Hay una metáfora viva, y es la respiración que busco en mis vínculos actuales; es comprender que siempre puedo volver a mi respiración individual dentro de la respiración compartida, y que es ahí donde el equilibrio se hace presente. Ya no deseo sostener vínculos en donde retengo el aire, ni relaciones en las cuales no hay tiempo para dar o respirar.
Conocer mi propia respiración es la mejor vía para encontrar ese balance, ese ritmo. Porque cuando soy capaz de reconocer tus necesidades y las mías, entendiendo que no tienen por qué coincidir en todo momento y en cada instancia, no solo estoy ejercitando mi libertad, sino que además estoy regalándole espacio aéreo al vínculo.
En la medida que abandone la exigencia y la urgencia conmigo misma, podré soltar la exigencia y la urgencia con los demás, para desde ese lugar establecer una relación más saludable con el tiempo, con las personas que me rodean y sobre todo, con la vida.
Movimiento, las cosas tienen movimiento… Como la respiración, o nosotros.
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