Una diadema de voces ajenas pronuncia los verbos que intento esquivar, devolviéndome a orillas de la búsqueda.
Pintar el crepúsculo de azul.
Abrir las piernas.
Abrir las manos.
Que afloren olas de las puntas de mi pelo para mezclarme con el sol.
Convertirme en estribillo que está a punto de nacer.
Quedarme suspendida en silencios de plata, o verbos ajenos, o crepúsculos azules.
Tengo un nombre secreto para darte; un espasmo lúcido; la contracción de un mundo sutil entre los muslos.
La intención de liberación, el temblor de los mares, la contradicción de una fuerza suave y animal que me devuelve a las costas de mi instinto femenino.
Caigo estrepitosamente en un lecho de misterios…
Vuelvo a casa con el corazón lleno de historias.
Vuelvo a casa con arena en los zapatos y una canción en el parlante de la radio.
Vuelvo a casa con la marca de agua del amor y los fantasmas del pasado en el asiento de la izquierda.
Aún no sé cómo funciona esto de amar, esto de amar “a pesar de“. Estoy aprendiendo. Sigo aprendiendo —¿alguna vez se deja de aprender?—, y hay cosas que ni siquiera tengo claras, pero… Sé que este refugio que construyo día a día tiene ventanas al vacío y bandadas de gaviotas como huellas; el suspiro de la lluvia en los cristales y caminos que no saben dónde ir; la constante del gramaje y el vapor de café boceteando melodías cada tanto.
El refugio que escribo acepta el vuelo en otras latitudes con la certeza de que todo estará bien, porque ya nos conocimos; porque basta con que existas; porque siempre habrá un espacio íntimo en el que nos volvamos a encontrar.
Entonces,
Abro las piernas
Abro las manos
Abro un cuaderno rojo y virgen
Para volver a partir.
Junto coraje como quién anhela arrebatarse en el oleaje…
Ésta vez
vuelvo por mí
Con la marca de agua del amor como una bocanada de fuego sobre el cuerpo
Con contradicción.
Con estremecimiento.
Con deseo.
Vuelvo para seguir escribiendo la búsqueda.
Imagen: stephayline.tumblr.com