4 de abril de 2023. La usina cafetera

Esto es un experimento: cuestionar la voz que aparece detrás de escena, la que dice que no llego, que ya es tarde, que no hay tiempo y todo es para ayer.

El experimento requiere de la escritura como recurso madre: escribir sobre la voz para hacerla consciente y dialogar con ella, es decir, incluirme en la conversación, que no sea un monólogo.

La segunda etapa del experimento involucra el placer: caminar cegada por el color de los árboles, repetir las canciones de “Aurora” como si nadie estuviera escuchando, oler el café antes del primer sorbo y sentir —al instante— la espuma acariciante en mi boca.

La tercera etapa practica la observación: ver la flor dibujada en el café y después la taza; después el plato, la mesa y los mosaicos claros de la cafetería; después las mesas vacías, los almuerzos de trabajo y las videollamadas que me rodean.

La cuarta instancia reúne los impulsos del cuerpo en dirección al cuaderno, expresa una invocación: no trata a la voz como si fuera algo ajeno, sino que la invita a este placer compartido, a esta contemplación improvisada; la invita a esta escritura dulce y suave que deja amanecer las frases a su propio ritmo.

Entonces, todas las palabras son adoradas por nosotras. Una pequeña alegría, distinta de mí sola pero emanante de las dos juntas, extiende su alcance.

Sólo hay silencio…

La flor dibujada que llega a la profundidad de la taza,

la espuma salvada como un centro que pulsa,

el sabor del café en mi boca como un anhelo complacido.

 

Cuando la voz y yo cantamos juntas sobre la orilla de lo nuevo, el tiempo deja de ser lineal y se hace espeso, un bosque abierto para que bailemos juntas.

La escritura imagina pliegues, iridiscencias que asoman de la nada entre el follaje de las horas. La escritura inventa la espesura que brota de esta mano, la rebeldía de este experimento, otro ritmo desplegándose en el mundo.

 

Imagen de portada: Katherine Squier

 

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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