1° de julio de 2017.
Mario y “No te salves”. Café con leche. Incienso. Dos libros: Baluarte y Salvo el Crepúsculo. El canto de los pájaros atravesando la ventana. Una foto de los acantilados. Una foto de los bosques. Una foto del atardecer. La poesía sobre el cuerpo. El azul. La música de las mareas.
Estar tan llena de mí que no (me) importaría derramarme.

11 de julio de 2017.
Te escribía antes de conocerte.
22 de julio de 2017.
Sostener el vacío.
10.15h.
Soñar con mis padres. Soñar con un pájaro angular sobre los cielos, sobre el vacío celeste abisal.
Matices.
11.20h.
La luz está ausente hoy. Virginia me dice desde la página 45 de un libro: “yo era un pensamiento aislado”. Me devoro la frase para guardarla en la garganta; para cuando fallen mis cuerdas vocales.
23.00h.
Gato negro sobre pared blanca. Una vela amortigua el avance de la negrura sobre el living de La Casa.
23.30h.
La luna está ausente hoy. La casa se convierte en un eco de lo que fuimos: 4 personas bajo un mismo techo; una familia sobre el margen de las emociones, de la armonía, de la muerte.
23.45h.
Posiciono el fuego cerca de Alejandra para arrimar la poesía a la negrura del día. El cuarto oscuro se ha hecho realidad.
23.48h.
La luna es un pensamiento aislado. La casa se ha convertido en el espejo de la transmutación. Padecimiento: exceso de agua y falta de luz. Es necesario mirar a la bestia a la cara.
23.55h.
Sostener el vacío. Atravesar la negrura como se atraviesan los bosques, los duelos y el miedo, como se atraviesa la vida… entregándonos a lo que nos viene a enseñar.
27 de julio de 2017.
La Casa llora entre sus cimientos como si fuera a nacerle un mar entre las vísceras. Dice: quiero crecer contigo.
Paso las manos por las paredes del living antes de replegar el día. Una caricia que sólo ella y yo entendemos, un tierno agradecimiento tácito de colores y cosas importantes.
La Casa llora. Lloramos. Y ambas nos despedimos de lo que fuimos hasta hoy.
30 de julio de 2017.
00.52 hs. Me pregunto si es posible recordar el futuro.
12.24 hs. Me pregunto cómo aún no había leído “Un cuarto propio” (casi con tono inaudito)
12.30 hs. Página 110. Encuentro fragmentos marcados en la misma tonalidad de resaltador. Voy hilando los acontecimientos hasta dar con lo importante: este libro le ha pertenecido a otra mujer, llegó a mí a través de otras mujeres. 
Ella y yo elegimos el mismo color para dialogar con Virginia, para acariciar aquellas paredes desnudas de la desnuda tierra. 
Hubo/hay un hilo dorado que nos une a través del tiempo. Hay una misma voz que canta para llegar a otras, a nosotras; una otredad insoslayable; un rincón de remembranza inesperada, que es un libro.
12.35 hs. Espejo: Mi corazón es como un pájaro.
12.43 hs. Me cubre el manto inabarcable de las palabras.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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