24 de julio de 2015, 9.50 pm.
Átomos dispersos.
La tierra me ha vuelto a sorprender con la respiración boca a boca de una libertad sin antecedentes.
La vuelta a la vida esta vez ha sido coronada por un paisaje indescriptible.
Ayer ha sido
Un día sin palabras,
Un día sin fotografías,
Una trasnoche de sueño intermitente.
Y Salta.
Salta me ha recibido de brazos abiertos sólo para desintegrarme entre sus manos.
¿Lo ves? Me hago trizas y paso a ser parte de las curvas. 
Hoy una parte de mí se ha quedado a vivir a más de 3.000 metros de altura.
Y Salta de nuevo, de noche, con sus luces, la mixtura de su música y sus bares; Salta con la destilación de sus facciones europeas.
Te digo: en la plaza, Salta me ha tomado de la mano y me ha llevado lejos. Ayer he sentido el placer del viento sobre el rostro, de los dientes en la carne; de la uva, el jazmín y el durazno reafirmándose en mis labios.
He perdido una parte.
Me ha nacido un pulmón que se alimenta de la naturaleza.
Me han llevado a las alturas y ya no tuve miedo; y en el descenso he vestido el cansancio como mi segunda piel.
Desde mi llegada a Salta estoy desnuda de palabras.
Y Salta…
Salta sabe que desde ayer hay un antes y un después.
Aunque disperso, mi cuerpo sigue vivo.

Arte vía Conrad Roset 
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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