#THEEDGE: Yo me cielo

20 de noviembre, 3.45 pm.
Te digo: Y es que nuestro paso es tan efímero… 
Que será como decirte que algún día nos alcanzará la muerte; algún día dejarás de ser hijo/a como yo; algún día mirarás hacia atrás y sentirás que el pasado te pisa los talones; alguna vez dirás “te quiero” y será mirándote al espejo; alguna vez llegará el día de hacer el inventario y enfrentarse a la verdad… “¿Qué hice con mi vida?”
En Buenos Aires, después de un día de furia pluvial, ha salido el sol. La naturaleza misma nos enseña como atravesar el día a día. Sigo: La vida se atraviesa. La vida me atraviesa. La vida te atraviesa. ¿Lo ves? Es que tan solo ayer estaba a más de 3.000 metros de altura; hace un rato sobrevolaba las sierras en la boca del país que me ha visto nacer, o compartía con mi padre y con mi madre un domingo por la tarde. Estoy hecha de pájaros, estoy hecha de cielo. ¿Y no es acaso el cielo una especie de mar invertido?
Te pregunto: ¿Qué es el tiempo? Es que a veces no lo entiendo; no logro entender cómo es posible medir; cómo algunas sensaciones hicieron parking en mi piel a pesar de haber durado menos; o cómo una sonrisa de fin de semana ha sido más permeable que muchos de los besos que me dieron en la vida. Vida… Vida… La vida. ¿Ves? Hemos vuelto al punto de inicio, en el que Vida y Tiempo siguen siendo un gran misterio ante los cinco sentidos que me habitan.
Entonces voy por las calles que me han visto crecer, y mientras suena una de mis canciones preferidas, encuentro un diente de león y recuerdo una frase de película: “Son libres, son silvestres y no se pueden comprar.” Y vuelvo a pensar: Es que nuestro paso es tan efímero. Libertad. Tiempo. Vida… Vida… Vida… 
En Tiempos de violencia es importante recordar que todas las Vidas valen por igual.
Te escribo y quizás no tenga sentido lo que escribo, pero quería decirte… lo que vine a decirte en este viernes de casi diciembre y eterno resplandor es que, aunque me ha llevado Tiempo, ya siento las manos, que es lo mismo que decirte que quiero que la vida me atraviese, que me hago cargo de mi luz; que estoy aprendiendo a quererme y mutando los verbos: yo me cielo.

Imagen vía cansuozkaraca.com
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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