4 de noviembre de 2015, 7.15 pm.
Hoy vino tu recuerdo a buscarme.
Hoy me acordé de ti.
Hoy el viento me trajo tu recuerdo, pálido como un eco que se hace en la distancia. El viento me trajo tu recuerdo cuando cerré los ojos para dirimir un poco de esta lucha diaria, mientras miraba por la ventana del micro.
El cielo estaba despejado, algo que solo noto en ocasiones, cuando no estoy apurada. Siempre estoy apurada porque siempre estoy llegando tarde a algún lado o a ninguno; siempre estoy llegando tarde a ningún lado.
Hoy me acordé de vos y tu recuerdo vino dulce como el Quara, llegó a tiempo y acompañado de un rayo de luz. Tu recuerdo vino a hacerme la tarde más amena, como la leche con café, o el sol cuando se esconde en el naranja, o las canciones que comienzan a sonar en el momento exacto, ni un rato antes ni un rato después… en el momento exacto, como soñar con los ojos abiertos, o sonreír con los ojos cerrados, o caer en la cuenta de los cielos despejados.
Escribo un momento adentro de otro momento desde la última hoja de mi agenda… la última. Termina el año y ya casi somos parte del año pasado; ya casi somos parte del pasado. Y esto lo digo con algo de nostalgia, hasta que recuerdo que siempre hablo con nostalgia porque ser saudade es parte de mi naturaleza. Soy saudade de ti, de mi madre, de la canción que acabo de escuchar y decía “Hoy por ti, mañana por mí“; de la parcela de cielo que acaba de quedar(me) detrás; del beso de los nunca-jamases con los labios abiertos, de lo que dije que no dejaba atrás antes de partir. Soy saudade hasta de lo que aún no ha sucedido…Y sé que la nostalgia prefiere coquetear con el pasado, pero tengo nostalgia de futuro, de recuerdos del futuro.
En fin, debo irme, ahora tengo que irme. Se termina la página, se acota el espacio. Pero no quería dejar de decirte… vine a decirte que hoy, en esta guerra fría del ti vs. vos, el viento vino a traerme tu recuerdo; el viento me hizo acordarme de ti.

Imagen vía pinterest.com
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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