08 de agosto de 2015. 10.30 am.
El frío.
¿Cuánto tiempo tarda el frío en calar hasta los huesos?
Podría decírtelo pero no me gustan los relojes. Hace frío y el invierno parece haber encontrado la forma de ponerse al día conmigo.
Hay una parte de mí que aún no ha regresado y no creo que regrese. Mi primer viaje conmigo me ha conmocionado, y algo me dice que no volveré a ser la misma que partió de Buenos Aires.
El quiebre.
Me quiebro como una rama de invierno, desnuda. Así estoy hoy, un sábado cualquiera de agosto de un año que no ha parado de sacudirme, como la ciudad que no estaba en mis planes. Y esto lo escribo mientras N. me habla de limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.
La sangre.
Escribo: me llevo mis raíces. Este ha sido un viaje sin antecedentes en el que reencontré a mi madre como una rama de invierno, también; me he topado por casualidad con un atardecer rojo que habló de mi tío dejando el plano físico en otro continente. He recordado a mi padre con una sonrisa al escuchar “Nada como ir juntos a la par” en una peatonal al Norte de Argentina.
El efecto.
Alguien me dijo que la música hace que todo parezca un poco más real. Sí.
Poco más de unos días de desnudarme de espaldas a Dios. Poco más de unos días para entender a Alejandra: “más allá de cualquier zona prohibida, hay un espejo para nuestra triste transparencia.“
Ahora (me) entiendo. He estado hablando conmigo durante todos estos días y lo entiendo. Quiero ser como la música: hacerme un poco más real, en tus manos, en mi sangre, en el invierno; en todas las palabras en mi boca.
El viaje.
¿Cuánto tiempo tarda el frío en calar hasta los huesos?
Quince canciones.
Imagen vía danslesfleurs.tumblr.com
