En una esquina se guardan todos los recuerdos de un amor a la intemperie,
y a mitad del continente me he echado de rodillas a rezarle a un Dios ajeno
disfrazado de país:
déjame-entrar.
He sembrado huellas a la orilla de un destino que luego me ha sido denegado.
La tierra tiembla por debajo de mis pies, 
¿o es el desamparo después del huracán?
He caminado unas mil veces en la misma dirección:
el abrazo hecho vocablo,
la boca del hombre que me hizo mujer,
la muerte de un deseo puesto a dormir entre las hierbas:
él no.
He tratado de buscar explicaciones.
He perdido el Norte.
He pintado las paredes de una casa pronunciando un adiós con la yema de los dedos.
He logrado encontrarme como resultado de las restas:
sola,
sacudida,
cubierta de polvo como después de una explosión al borde de mis pies;
aturdida por las voces que me han dicho:
ve-a-buscarlo.
Y sin embargo,
la respuesta ha sido una,
cada vez:
lo he intentado.
He logrado encontrarme
hecha trizas,
molida por el tiempo,
con el corazón entre las manos
y sin señales de alquiler:
yo-conmigo.

He logrado encontrarme

sola,
acontecida,
confundida,
y sin pautar ningún destino…
En mi propio camino a la reconstrucción.

Imagen: Pinterest

***

Este es el noveno capítulo de 12. 12 Mandamientos. 12 extracciones de sangre. 12 respiraciones boca a boca. 12 poemas, o no, 12 textos que buscarán su propia forma y la encontrarán en tus ojos. 
Hasta el próximo capítulo,
S.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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