Y sí. Hoy es un día triste. La voz de Alex Turner me habla de una mujer que es tormenta abrazada a la pared, pero no, hoy es un día de tormentas hacia adentro. Soy signo igual atravesado por una diagonal; a veces inconclusa, roída, borrascosa; a veces desnudando los versos por dolor, por amor, o por locura.
Tengo días Pizarnik, días Lispector y días Anaïs. Tengo vidas incineradas en las manos, y aún la textura de las sábanas de hospital del 2010 y el 2012.
Y sí. Hoy es un día gris, a pesar de que afuera el sol, y en mi patio la luminosidad de un domingo de marzo cualquiera. Hoy es un día de grises hacia adentro. Hoy mujer que devora, mujer de piel sensible. Hoy el cabello suelto sin peinar y sólo bálsamo en los labios para nutrirme de palabras invisibles.
Domingo. Domingo de extrañar los ecos de latido en torsos y espaldas. Domingo de incienso y un poco de desesperación: tormenta sagrada hacia adentro.
Domingo de colar las dudas y convertir los duelos en relámpago. Entonces, papá… relámpago que va a contracorriente; mamá, relámpago que nace de mi útero virgen.
Y sí. Podría haber sido un día de sol como el de afuera; un día de brisa de domingo, un día de luz. Pero no. En esto me respeto: es un día gris, un día triste, un día de tinta corrida.
La tristeza es un reminder de que aún sigo con vida…
* y elijo ser-humana.