[FOTO DE UNA MAÑANA DE FLORENCIA CAMINO A PARÍS]
Los ojos de su madre.
Ella miró sus ojos por última vez. Eran los mismos que conocía, todavía azules, pero ausentes de vida; mirándola sin verla, desde una cara ajena que ya no se parecía a ella.
Respirando el peso de su angustia, pensó en toda la vida que habrían visto esos ojos; y con una tierna caricia empañada, cerró los párpados de su madre, dejando verter de sus propios ojos el inmenso dolor que desde ese momento conviviría con ella.
Tuvo miedo, quizás por primera vez; era ese temor de no tener un lugar donde volver, de ya no escuchar esa voz llamando su nombre, de ya no encontrarse a sí misma en todo lo que la quería, en todo lo que nunca querría ser.
Y ante esa negación, la abrazó acurrucándola en su pecho, tratando de sentir algo más que el vacío en que se ahogaban sus brazos; esperando un movimiento, alguna respuesta, cualquier vestigio cálido que le quedara de vida.
Esperó un minuto esa señal que nunca vino, y en el silencio la invadió la certeza de saber que su madre ya no habitaba el aire de ese cuerpo; que finalmente le podía dar permiso a sus brazos para dejarla ir. Porque de alguna manera en ese abrazo se abrazaba su alma huérfana, que hoy se presentaba a la puerta de su tiempo vestida de luto.
Desde ese día en adelante, ella comenzaría a ver el mundo con los ojos dulces de su madre.
Finalmente entendiéndose, finalmente entendiéndola.
-Brando.
***
¿Cómo soltar un libro? ¿Cómo soltar 14.366 palabras? ¿Cómo hacer para soltar algo que no es tangible?
Pensé que sentarme a terminar el libro iba a ser la parte más difícil. Estaba equivocada. De hecho, los últimos capítulos se escurrieron de mis manos directo al teclado, como si estuvieran persiguiendo su destino. Siento que mi historia de viaje, ésta historia, estuvo escrita alguna vez en el aire. Sólo me faltaba darle forma a las letras, pasarlas de tinta invisible a caracteres.
“Contar mi historia”. Lo digo en voz alta: contar mi historia. Lo leo, lo releo: contar mi historia. Este libro ya es parte de mí, es como regalar una porción de mí en cada palabra, en cada capítulo; soltar un capítulo de mi vida con la esperanza de que con esto pueda ayudar a alguien más.
¿Y si no se entiende? ¿Y si no les gusta? ¿Y si no logro traducir lo que realmente sentí y sigo sintiendo hasta el día de hoy?
Siento miedo, porque entregar una porción de mí implica exposición, porque este libro es un relato íntimo, muy personal. Tengo miedo de soltar el libro. Tengo miedo de exponerme, porque exponerme implica vulnerabilidad, como el amor.
“To fall in love“, enamorarse en inglés; “to fall in love with someone“, enamorarse de alguien. ¿Es posible enamorarse de un libro, o una ciudad, o una experiencia? Leo, releo: To fall in love, y fall también es caer. Entonces me acuerdo de una frase que me regalaron hace poco en El Mar de al Lado: “Hay que dejar caer”.
Tomo notas mentales: to fall in love, hay que dejar caer, soltar los mapas. En mi cuaderno son sinónimos de lo mismo: SOLTAR… Y soltar implica libertad, dejar correr, dejar volar.
Este momento era inevitable. Tengo que soltar el libro. Tengo que soltar mi recuerdo para que Ella pueda inspirar a varias personas, cómo me inspiró a mí. Tengo que soltar-la, dejar-la volar.
Tengo que dejarme caer, y que pase lo que tenga que pasar.
Hola ! Hermoso post ! Ahora veo por qué te sentiste identificada con mi Sweet Freedom.. Es lindo sentirse acompañado en los momentos difíciles, no? 🙂 La charla de Ted casi casi me hace llorar.
Exitos, que todo se puede !! TE sigo leyendo, saludos!!
Qué lindo leerte de nuevo Rocío. Esas charlas son muy inspiradoras, y ésta en particular me encontró justo cuando más lo necesitaba.
Estoy en maratón de lectura de los Veo, Veo de hoy, a punto de leerte.
Abrazo enorme!