¿En qué momento el fuego se convirtió en una palabra que se adhiere a la piel? No una palabra que incinera, sino que se adhiere a la piel y la usa como base de encendido. ¿En qué momento yo, fuego; yo, caminando y dejando rastros de ceniza entre las líneas del camino y las líneas del cuaderno?

Hoy me detuve a releer un post de Maga que justamente hoy tiene más significado que la primera vez que lo leí; justamente hoy, de todos los días; hoy que siento mis emociones brotar en forma de llamas. Hoy que la sensibilidad a flor de piel por estar a 4 días de reencontrarme con un continente abrasivo. Hoy que los recuerdos y un sueño-de-abrazo-de-mamá. Hoy que todo es fuego, y las llamas más altas, y este mix de colores vibra entre 4 paredes.
Llevo este fuego conmigo, que ya es parte de mí, que no quiero que cese. Este fuego de Europa, y cáncer, y viajes, y hospital. Este fuego que se enamora de la forma de pensar, la sonrisa y la complicidad de las miradas; este fuego propenso a geminianos; este fuego inconstante que busca amor pero no deja que se acerquen demasiado. Este fuego que es música clavel-de-sol. Este fuego de ardor de palabras corriendo por las palmas de las manos, y echando humo por las yemas de los dedos. Este fuego, el fuego sensible. El fuego que busca empezar de cero.

Entonces, apilo las cartas de amor con destino norte-sur; los compromisos nunca más; el “necesitaba decirte que te quiero para sentirme más liviana“, los besos franceses en el medio del pasillo; las salas de hospital, las terapias intensivas… Atrás y adiós, pero antes un abrazo, así, como el que soñé de madrugada; un abrazo sentido, un abrazo de invierno en un casi verano que se anima a ser otoño; un abrazo de “gracias por ser parte de mis sub-incendios.”

… Y ahora sí, a seguir caminando; a seguir ardiendo a través de las palabras… a seguir cruzando para que esta llama no deje de sentir más de la cuenta.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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