Hogar, una palabra breve que bien podría durar lo que dura un suspiro, y sin embargo, trae tanto equipaje consigo, encierra tanto contenido, que hasta siento que no me alcanzan las palabras para definirla.
Ayer…
Hacía mucho que no veía a mi familia como ayer; hacía mucho que no compartíamos la mesa, las risas y los códigos de infancia. Hacía mucho que extrañaba los rituales de domingo (y yo que pensaba que se habían extinguido).
Ayer también Maga, Nati, y Yamila como si nos conociéramos de antes. Ayer el confort de las sonrisas espejo, la esencia de mujer en las palabras, los abrazos sinceros; ayer las historias quizá mientras llueve en el balcón; una noche importada del invierno en la casi primavera.
Y hoy…
Hacía mucho que no escribía reclinada en la silla de escritorio, con el aroma a peperina invadiendo mis sentidos. Hacía mucho que no escribía con Sabina de fondo hablando de Francia, de Praga, y Buenos Aires; hablando del sexo y el amor a través de la poesía; de las cuencas de olvido; de la rutina de las pieles de ignición.
Ahora que me siento a hacer el inventario (una vez más), y me acuerdo del amor evaporado en el lino de hospital. Ahora que la lluvia de la sincronicidad de los encuentros; ahora que el amor repartido en la sonrisa y el abrazo de mi entorno. Es ahora, hoy, que siento la fortuna de entender que el hogar es igual a sentimiento.
***
… Y hacía mucho que no hablaba de señales, pero hoy “Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos” tocó a la puerta de mi hogar y no me pude resistir. Y ahora que es momento de hacer el inventario me doy cuenta de que no hay casualidades, y las señales no conocen de estación:

“Ahora que estoy más vivo de lo que estoy”

Es un juego que jugamos muchas veces cuando éramos chiquitos. Y ahora queremos seguir jugándolo. Es una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, conocer otros viajeros que andan dando vueltas por el mundo.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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