Notas de cuaderno. 02 de Junio, 19.30 hs.

La canción dice “Fuimos devorados por el fuego” y me acuerdo de vos. Vos que sos catástrofe súbita aguantando el deseo en mi cama. Vos que me hacés retornar a mis raíces de risa de niña y mi núcleo de grito-mujer.
Por un momento pensé que ya lo había dicho todo, pero no (como suele sucederme en la vida cotidiana). Dije todo y dije nada; dije y digo; cuento cuentos. Destilo palabras hasta por las yemas de mis dedos. ¿Te llegan? ¿Leés? ¿Estarás del otro lado escurriéndote los miedos para adjudicarme un poco de vida en los labios al día siguiente? ¿Te llego? ¿Me leés?
Sólo me queda esperar las señales. Más señales. Más señales que fluyan de vos y me hagan sentir inequívoca. Señales que señalen en la misma dirección que mis palabras. Señales que me ayuden a leerte. Vos que escribís portales en el viento. Vos que me dejás entrar como ojos de pestañas giratorias. Vos, transitando en ignición sanguínea. Vos, en los rincones de una tienda musical que me endulza los oídos; intransigente, como un faro en la neblina.
Dicen que una cuota de tu nombre significa luz en un idioma del oriente. Entonces, vos tan diáfano que tornás a luminoso (aunque vos todavía no puedas ver tu brillo). 
Si querés, te afino. Te comparto un portal en el hueco de mi almohada. En el hueco de mi almohada te espera un nuevo amanecer anunciando el nuevo ocaso del invierno: Acá podés brillar tranquilo.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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