Yo.
La que no colecciona barcos en los puertos.
La que no colecciona pisos en Palermo.
La que no colecciona cajas de zapatos, pero lleva la suela de las botas marchitas.
La que llora y se ríe al mismo tiempo.
La que derrumba murallas con versos de viento.
La que llueve pulmones de sopa de letras. 
La que colecciona canciones cuando viene el temporal.
La que colecciona pisos de discos baúl de recuerdos.
Yo.
Espina dorsal del no conformismo que elijo en mi vida,
y adversa a los miedos que adjuntan el vilo.
Notas de cuaderno. 16 de mayo de 2014
Ayer.
Ayer el cansancio, agotamiento extremo, las notas de cuaderno, la mejilla de mi mano izquierda rosada con tinta incipiente (¿o eran palabras?).
Ayer las dudas de acentuación y el cuestionamiento divino de verbos que juegan a marearme. Ayer Drexler en listado. Ayer Anfibio y Me hice cargo de tu luz. Ayer la poesía hablada, las ojeras que acumulan desvelo, o ideas, o ganas de besarse los grises y los que-sé-yo.
Ayer Dorian y Cualquier otra parte. Ayer las fotos de escenario. Ayer las sonrisas cómplices y la espuma de cebada. Ayer madrugada de música, y madrugar de oficina. Ayer disco nuevo La velocidad del vacío.
Ayer las risas Sebastián, Angie & Claire, y las lecturas Maga, Marina & Natalia. Ayer las carcajadas de móvil Proyecto Blair Bitch.
Ayer los pájaros en cajas de medicamento. Ayer los recuerdos, los recuerdos siempre. Ayer los planes de viajes y los viajes de ensueño.
Ayer Cerati y el Tsunami, ayer los mejor hablamos luego. Ayer el curry, el arroz y los caldos. Ayer mi sobre de cama arropándome las letras (¿o eran las dudas?)
Hoy.
Hoy la sonrisa espejo, los chistes internos para conmigo. Hoy los recuerdos de recitales futuros y las canciones intensas. Hoy el cielo despejado y el frío escurridizo, y es todo lo que tengo y es todo lo que hay.
Hoy Al otro lado del río, la alegría de saber que, haciendo saldos al terminar el incendio, es mucho lo que tengo y mucho lo que hay. Hoy el amor café con leche y azúcar. Hoy Cerati de nuevo, y Siempre es hoy… ya es parte de mi ser.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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