Debe ser:
Un partido de devoluciones absolutas.
Un trance de orgullos.
Un desglose de azúcar-cafeína.
Algo así como:
Una palma de miradas inocentes
y un estruendo de reacción adolescente.
El juego. La piel en las pupilas.
Porque:
En la mesa seducción
todo se vale.
El grito inmóvil del deseo que se pierde hasta en la voz.
Las canciones que barajan confesiones.
La ebullición, plena, certera y con punta de alfiler.
Y Sismo:
la química ha ingresado al manicomio,
y me ha mutado a objeto de artimañas.
No sé que hacer con vos.
Bajo tu lupa soy un ángel,
y sin embargo…
me (re)conozco tan distante
de la pureza de tus sábanas.
Así:
Como las olas y la arena, somos.
Yo me acerco y arremeto, vos inerte.
Te carcomo las orillas, alboroto tu tamiz, dejo huellas.
Juntos nos volvemos naturales,
y revolvemos las raíces de la esencia:
mitad niños, mitad crecidos de responsabilidades.
Entonces:
¿Qué es esta tómbola en el pecho?
Este no me mires, no me toques.
Este mejor sí; no, mejor no.
Sí, mejor todo.
Decirle no al corrector de ortografía,
a los dictados;
a los cuadernos con biromes de colores.
Aceptar los garabatos.
El póker, los excesos.
El humo del habano.
La mezcla bombástica de alcoholes congelados.
La tentación chocolate de nuestras noches desvelo,
la concepción de nuestros sexos.
…Bajarse el temor,
subir la montaña.
El que no arriesga…
Yo según vos:
Yo según yo: