Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;

dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;

dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa,
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;

dos jirones de vapor
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca;

dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden…
eso son nuestras dos almas.

– Gustavo Adolfo Bécquer

(Suspiro). Hace poco volví a ver Antes del Atardecer, y no pude evitar pensar en el amor y, lo que es más importante, las conexiones. 
Me acuerdo que uno de los primeros comentarios de mi familia al querer someterlos a casi 2 hs. de charla por las calles de París fue: “¿Se la pasan toda la película charlando?” Y sí, resulta que la película se va entre charlas profundas e intensas, algo que para mí era mágico, y se convirtió en un aspiracional desde la primera vez que la vi.
Dicen que hablando la gente se entiende, y yo agrego un mejor, y también me animo a agregar un así: mejor así; porque para mí  (que inhalo y exhalo palabras hasta por los poros) una charla con café de por medio es la mejor forma de abrir las puertas de nuestro mundo interno, de buscar el encuentro, de buscar la conexión desde un aspecto que supera al aspecto físico. Es algo así como presentar un libro ante el lector, mostrarle primero la portada, solo para después empezar a leerlo en voz alta, desatando los nudos de lo que antes no se entendía, revelando detalles que ayudan a que el otro pueda correr la cortina y ver el detrás de escena.
Ahora que lo pienso, por eso debe gustarme tanto viajar, porque en realidad lo que me gusta es descubrir mundos nuevos, destapar, correr las sábanas para ver la otra cara, explorar la luz y la sombra. Supongo que de alguna manera todos somos eclipse, y el eclipse también es amor.
Antes de las historias de (des)amor, vienen las historias de amor:


“Amábamos con un amor que era más que amor.”


“Se alejó tratando de no mirarla, como si ella fuera el Sol, y sin embargo, como al Sol, pudo verla sin mirar.”


“El corazón de un hombre es como el mar, tiene sus tormentas, sus mareas y sus profundidades; 
pero también tiene sus perlas.”
Imagen de cabecera: Jeen Na
Imágenes de frases: Pinterest

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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