NOTA: Se recomienda darle play a la siguiente canción antes de comenzar a leer.

Amantes clandestinos.
Destinos cruzados que cruzan la Plaza de los Héroes, en ámbito maratónico,
enredándose los pies con líneas laberínticas trazadas en un suelo de carbón.
Corren hacia la luz que despunta entre las siluetas de cal y cemento.
Héroes que no pueden rescatarlos de su propia historia.
Están perdidos, condenados.
Ella viste hematomas de un amor poco fructífero.
Él quiere curarla, disolver su dolor.
Y siguen corriendo.
 Pretenden escapar del reloj.
Las agujas pinchan las venas de su pasión nocturna.
En las sábanas se entienden, entretienen sus ganas de amor a borbotones
y eluden el otoño de su realidad, al menos por unas horas.
El nuevo día siembra nuevas semillas de nuevas promesas.
El tranvía de las 6 AM rompe la monotonía del asfalto.
Entonces, confunden las copas de los árboles con copas de té helado.
Quieren beber su néctar para saberse hijos de la naturaleza, 
quizás eso desterre el sabor a vacilación.
Y siguen corriendo. 
Atraviesan el Puente de la Libertad.
Con cada paso se vuelven más íntimos.
“Buda” les muda las dudas y se presenta como mejor guarida.
Su majestuosidad les lava los ojos, les empapa la cara de belleza,
de Danubio, de esperanza.
Amantes trasmano, descansen,
el amor es más fuerte.

Imagen: Pinterest

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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