“Tengo que aprender a nombrar todo de nuevo.”

Susana Pampín

 

 

Septiembre 2024.

Volvió el hambre de lectura. Me sumerjo en las páginas de “Arroyo”, de Susana Pampín. Leo e imagino las escenas que describe: naturaleza, intimidad, contemplación. Es una delicia. No había tomado magnitud de cuánto extrañaba la lectura hasta que abrí este libro.

*

¿Qué hay detrás de mi propio vuelo?

Espera y éxtasis.

A veces la escritura es esa capa espumosa que cubre mis pies. También es los restos de criaturas marinas debajo de ellos. Es el cuerpo y todo lo que lo rodea.

A veces me veo envuelta en el humo de la palabra, que al final me aclara.

*

Me asomo al muelle de otra mañana a esperar el rugido de la palabra.

Pensé que tenía que rendirme ante la escritura como a un pequeño dios, pero no. El gesto es más suave: soltarme y dejarme sostener por ella.

Anhelo una casa nueva para esta escritura.

Anhelo una escritura llena de brisa de mar, del movimiento ligero del cielo.

Una escritura siempre viva y cambiante.

Una abertura íntima entre el mundo y yo.

*

“(…) gastamos mucha energía tratando de controlar lo incontrolable. El pulso de la vida es creativo, y nos va trayendo todo lo necesario para crecer. Y crecer duele, pero también alivia y trae libertad. Así que adonde sea que te estás aferrando contra viento y marea, te recomiendo que pruebes, aunque sea por unas horas, soltarte de ahí. Ya lo dijo la enorme Pizarnik, no se puede vivir siempre en estado de catástrofe.”

Victoria Herrera

 

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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