4 de marzo de 2018. Madrugada.
‘Tremor’

Con la mirada tendida sobre un mundo lento buscarás refugio en algún presagio tibio, en la torpe pero firmísima esperanza de alguna costumbre leve que le devuelva nacionalidad al propio rostro.
Y recostada sobre la música ligera que circunscribe tu cuerpo, pronunciarás tu nombre: tendrá un extraño y radical sabor a semejanza. Así que abre ventanas y puertas y descuelga tus muertos del placard.
Entra en este misterio que tiembla. Yo estaré aquí, queridísima, esperándote.
*Traducción: ‘Tremor‘ significa temblor

7 de marzo de 2018.

Vuelvo al oráculo literario. El diario azul se abre y se deja interceptar por la luz, regando y regalando la voz propia que viaja desde otra temporada.
Nunca me siento sola cuando escribo. Me acompañan las que no dijeron los mares pero enunciaron el mundo a su manera, las que aún asoman entre mis huesos, mis rasgos, mis hallazgos. Las que se dejan correr en mis geografías íntimas.

***

Après-midi
Aportar belleza al mundo. Belleza que conmueve y que puede o no marcar una bifurcación de la belleza estética. La belleza de lo que conmociona. El “estado de gracia” que describe Clarice: “era un suspiro en el mundo”. Sería ese espacio luminoso que alumbra pero no obnubila, una belleza universal que produce un paréntesis entre uno y lo que sucede.
El arte le da cuerpo a esa belleza: es la belleza atravesada por la humanidad cada vez que intentamos traducir las emociones en narraciones, tonalidades, morfologías.
Después de Agnès Varda y JR, hablan los muros. Después de Agnès y JR, “abandono” es una palabra que se transforma en melodía.
Le diría a Agnès: “Yo también estoy lista para instalarme dentro de mi propio corazón”.

09 de marzo de 2018. Media tarde. Viernes.

Ayer por la noche, antes de caer en los brazos de Morfeo, enumeré cada acto hacia dentro. Pensé en la habitación blanca que fue mi refugio durante la adolescencia antártica. En la que (me) dije que sí, que yo creía en mí lo suficiente como para atravesar el temblor. Que esa habitación contenía dentro de sí el cuarto iluminado en el que llegué al mundo y también el útero de Madre, anterior a eso.
Quizás, después de todo, fue ahí donde nació mi pequeña revolución.

10 de marzo de 2018. Madrugada.

Marcaré este día. Diré: marzo, y todo lo que vino después. Me iré cuando sople el viento, sin redención ni castigo. Pintaré el silencio de azules y secaré el hambre de mi olfato ciego con la canción de los mares.
Marcaré el 10 y me proclamaré frenética y extáticamente mía. Gritaré suave el veredicto del sol cuando cae y desparrama. Lo sentiré en el alma: allí estará el remanso desconocido de verdor extremo. Acantilado de mí, my love.
Love, have I ever been this true to myself?* Delirante de mí, sí. En idiomas y movimientos inventados, en la apertura novedosa: manto de la ‘vierge de la mer‘, luz del alba.
Virgen de los Mares: ampárame en esta osadía de querer por encima de mis posibilidades, de hacer lo posible por llevarme al otro lado. De supervivir(me) siempre.
Me iré cuando sople el viento.
*Traducción: Amor, ¿alguna vez he sido tan genuina conmigo?
*
Una lista de canción para el principio de los finales:

Imagen: Dani Nuckols
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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