12 de julio de 2016.
¿Qué atravesaba tu ventana el día de hoy?

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¿Cuánto nos perdemos por estar desconectados del entorno?
Hoy conté palabras: “flamable” y “magma” aparecieron dos veces; también apareció la palabra “corazón” como el pálpito de lo que estaba por venir.

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¿Es posible definir al amor?
Hoy el amor dijo presente en el viento sobre el rostro y un amague de abrir los brazos a ciento ochenta grados, como si transitara los bordes de un risco y estuviera a punto de echarme al vacío.
La infinidad del amor me avasalla y me atrae al mismo tiempo: 
. Existen tantas formas de amor como personas en el mundo 
. Existen tantas ideas de hogar, que me parece imposible contenerlas en el cuerpo.
Me siento una extraña en mi cuerpo. Hoy el mundo cantó a mi oído a través de una ventana en movimiento, y no fue necesario cruzar el océano para que el agua rebalse.

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El corazón del mundo cantará en mi corazón“, decía Buika hace un minuto, y con ella pude sentir a la crisálida abriéndose paso en el capullo, en el mismo lugar en el que habita el corazón. 
En donde habita el corazón está muriendo una oruga, entre curvas y encajes que quieren ceder. En donde habita el corazón hay un anhelo que viene a buscarme cuando cae la noche, y desenlaza en desvelo.
Hoy el hogar no me cabe en el cuerpo; soy una extraña-incorpórea que se deja conmover por el viento, el tiempo y las sombras que se proyectan en las calles de Belgrano. 
Anaïs tenía razón cuando escribía sobre “crear desde dentro.”

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Ahora, con el sol a mi izquierda, aparece la silueta de mi mano en el cuaderno y causalmente comienza a deslizarse una canción: “La Llegada de los Pájaros y la Transformación“.
Parece que todo es un presagio en este día de invierno, señales y conjuros de… ¿De qué?… Ya no importa. 
Hoy todo lo que tengo para dar(te) es este momento, en el que siento el movimiento estrepitoso de mi mano en el papel, al ritmo de la música, como si fuera una danza de tinta y pasión.
Mi forma de amar… Escribir… Son la misma cosa. Escribir sin “saber dónde puedo terminar o empezar“. Escribir lanzándome del risco, sin saber el resultado.

Imagen: Oleg Oprisco
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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