No hay palabras demás para lo que voy a escribir-te.
Estoy
terminando un cuaderno
buscando indicios de la próxima ciudad
plantando pistas que huelen a café recién molido
durmiendo a medias…
con un libro a la derecha de mi almohada
con un vacío entre los brazos
con una historia de tinta
que se ha echado a descansar 
por debajo de mi piel.
No hay más palabras para lo que quiero hacer contigo
que…
quiero leerte
un poema
sobre los surcos de la boca.
*

El otoño ha llegado
y he conjugado canciones
para curar mi desvelo.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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