Volver a los lugares en los que fuimos felices. Volver a París. Volver a La Cumbre. Sólo horas me separan de la ruta que une a Buenos Aires con Córdoba, y ahí estoy de nuevo viajando, porque necesito renovar el aire como algunas personas necesitan renovar contratos o comprarse autos último modelo.
Estar en constante movimiento. Viajar. Viajar pasó de ser un una posibilidad a ser una delicia para luego transformarse en una necesidad.
Estar en movimiento. Estar para ser, ser para sentir. Sentir para parecerme más a mí, a mi versión de viaje, la versión que camina sin mapas, que abraza la adrenalina de ser agente externo en un entorno ajeno a su rutina.
Ser el movimiento. Decidir mi próximo movimiento; elegir. Ésta es una semana de elecciones. Decidir estar en movimiento es decidir la probabilidad de moverme sin compañía. Decidir estar en movimiento implica soltar manos, renunciar a besos y abrazos eólicos. Ser el movimiento implica la posibilidad de soledad. Yo conmigo.
Hoy me toca aceptar que me da miedo viajar tanto como tomar decisiones; pero ya ves, en algún punto hay que decidir el camino a seguir, en algún momento tenemos que elegir.
Y así como elijo destinos, o encuadres, o filtros; así como elijo canciones… me elijo.
Soy como el viento. Soy el movimiento.