“Cada error en cada intersección … 
no es un paso atrás, es un paso más. 
Cada curva en cada borrador .. 
no es un paso atrás, es un paso más.” 
Mapas – Vetusta Morla

¿Es posible enamorarse de una canción? Debe serlo, porque yo estoy enamorada, no de una, sino de varias.
Las canciones de Vetusta Morla llegaron a mí una tarde de junio, a través de youtube (como siempre). Ese día fui La niña que, en lugar de saltar la cuerda, saltó de un video a otro. Ese día me encontré con mi primera canción de la banda: Lo que te hace grande.

Mi debilidad por las letras es indiscutible. No puedo evitarlo, para mí la letra de una canción es un elemento clave (probablemente tiene que ver con mi pasión por la escritura). Cuando escuché detenidamente cada estrofa de este tema, sentí como si sus palabras me abrazaran con ganas de ser mi espejo. Desde ese día, Vetusta Morla logró acomodarse en mi lista de favoritos.

Mi curiosidad me llevó a seguir indagando, y dí con dos discos que ahora están en la platea preferencial de mi palco musical: Un día en el mundo y Mapas. Así me aventuré a largas tardes “Morleanas” que coincidieron con lecturas de viajes y una nota sobre la nueva generación latente (pueden leer el post de Millennials: La Generación del Cambio en este link). Comencé a hilar fino (porque no puedo evitarlo): escuché Copenhague, y la adopté como mi canción de cabecera; después Sálvese quién pueda y Valiente, correlativamente; y hasta podría decirse que los uní en matrimonio, porque ahora siempre los escucho en ese orden.

El diagnóstico era certero: mis palabras sonaban en la voz de otra persona, mi intensidad vibraba en un bajo de otra nacionalidad, y mi andar se traducía indefectiblemente en un tambor ajeno. …Pero eso no fue todo. Más tarde llegó Los Ríos de Alice, el disco que ahora escucho siempre que quiero trasladarme a mi universo nube; un disco que me inspira a escribir y a seguir soñando.

Fue de esta forma, casi en puntas de púa, como Vetusta Morla se fue colando entre mis poros, mimetizándose con mis sentidos.

Hace unos meses, encontré este concierto benéfico que dieron sus integrantes con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia; un concierto exquisito, un verdadero deleite para los oídos y el corazón. Creo que si aún no escucharon ninguna canción de Vetusta Morla, ésta es, sin lugar a dudas, la mejor introducción a su discografía. Espero contagiarles al menos una fracción de mi amor a primera canción por esta banda de letras permeables.

La pasión, la música, y la pasión por la música no conocen fronteras:
La Deriva (Pequeño Salto Mortal, 2014), incluido en el nuevo álbum de Vetusta Morla:


He tenido tiempo de desdoblarme 
y ver mi rostro en otras vidas.
Ya tiré la piedra al centro del estanque.

He enterrado cuentos y calendario,
ya cambié el balón por gasolina.
Ha prendido el bosque al incendiar la orilla.

He escuchado el ritmo de los feriantes
poniendo precio a mi agonía; 
familias de erizos en sus manos frías.

Habrá que inventarse una salida,
ya no hay timón en la deriva. 

Has tenido pulso para engancharme
alistado en ejércitos suicidas.
Me adentré en el bosque y no encontré al vigía.

Habrá que inventarse una guarida,
no quiero timón en la deriva.
Cada cual que tome sus medidas.
Hay esperanza en la deriva.

Habrá que inventarse una salida.
Que el destino no nos tome las medidas.
Hay esperanza en la deriva.
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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