“En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas.”
Gabriela Mistral
“Admiro tu coraje Davey. Lo admiro, realmente.” Elijo dar comienzo al nuevo post con una de las frases de esta película en consonancia con la cita de arriba, porque combinadas ponen en evidencia que libertad y coraje son dos conceptos que van de la mano y que (desde mi punto de vista) podría decirse que son primos hermanos de la capacidad de sentir. Es por eso que me animo a salir a la vereda a jugar con ellos (estoy contenta de que me invitaron): 
Tener coraje para tener libertad de sentir,
Tener libertad de sentir coraje,
Sentir la libertad de tener coraje…
Di con el trailer de Tiger Eyes un jueves por la noche, y me gustó lo suficiente como para sumarla a la lista de películas para ver. Me interesó esta idea de la chica que se ve obligada a mudarse temporalmente, y debo confesar que esas breves escenas de carretera (ahora que estoy más conectada con la idea de viajar) terminaron de cerrar el trato.
Lo más lindo de verla fue que se desenvolviera ante mis ojos como una carretera en sí misma, porque relata la historia de transición de una chica que pierde repentinamente a su padre, en congruencia con los kilómetros que comienzan a desplegarse consecuentemente en la rudeza de su asfalto.
No es la primera vez que hablamos de la pérdida en el blog. Para mí es inevitable reincidir en este tema, porque me gusta encarar la pérdida desde su lado optimista, como una pieza clave en nuestro proceso de auto-descubrimiento. A su vez, veo al auto-descubrimiento como un proceso continuo, un camino que se transita un paso a la vez, para saborearlo mejor… una ruta eterna con destino incierto. 
Los momentos de pérdida son, a su vez, los que nos ayudan a encontrar fracciones de nosotros aún desconocidas. Creo que cuando alguien cercano deja de estar presente, se desprende una porción suya y se integra a nosotros, se adhiere, permitiendo que nos veamos de una forma completamente nueva.
Por ello considero también que la soledad debería concebirse bajo un halo positivo, porque nos ayuda a tomar conciencia de este acontecimiento y a abrazarlo, para aprender a sentir con plenitud y seguir adelante.
Aunque sigamos rememorando una y otra vez los instantes de felicidad para quedarnos con su vestigio emotivo, lo importante es entender que la persona que perdimos siempre deja una porción de sí mismo con nosotros.

En mi vidaccionario las pérdidas son sinónimo de despertares, wake up calls que hacen que asomemos la cabeza por la ventanilla para apreciar que en los pequeños momentos se entrevera la belleza en su estado más puro.

Una de las líneas de esta película dice: “La vida es una buena aventura.” Me la agendo en mi bloc de notas mentales, y la tomo prestada como mantra personal para reactivarla las veces que sea necesario, porque la siento certera, fiel a lo que está comenzando a ser mi filosofía de vida.

Por eso, si tuviera que definir este post elegiría decir que es una carta de amor a la naturaleza de la vida, porque es sólo cuando nos vemos obligados a encarar nuestro viaje, a abandonar nuestra “zona de confort”, que logramos tomar conciencia de lo nos rodea y lo que realmente cuenta: SENTIRSE & SABERSE VIVO.

sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

No Comments Yet

Leave a Reply

Your email address will not be published.