“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.”
Mario Benedetti

¿Izquierda o derecha? ¿Amor o desamor? ¿Felicidad o desdicha? ¿Inocencia o erotismo?
Viernes. Voy de regreso a casa luego de una tarde de espuma café con  leche y torta de chocolate; una tarde color verde pasto y perfume pasto mojado; una tarde de pisadas en la tierra y niñez naturaleza.
¿Por qué Sol y no María Sol? ¿Por qué luz, y sombra, y luz de nuevo? ¿Por qué un signo y no dos? Y María Sol: ¿por qué tantas preguntas? ¿Por qué el cerebelo y el cáncer, María Sol? 
Viernes. Preguntas que se van amontonando en mi cabeza como si formaran fila para un trámite-microcentro. Preguntas que se ponen a charlar; hablan del magazine de media tarde y de que nadie les cede el asiento en el viaje de autobus; y que los huesos desgastados y los precios por los cielos.
¿Y por qué tus manos frías buscando palmas paternas? ¿Por qué los ya-no-más abrazos por la espalda de fragancia almizclada? ¿Por qué los sábados herencia de rock ‘n’ mate? 
Viernes. Autopista, viento, autopista. Una canción en el estéreo. El velocímetro espejado en la ventana del conductor por sobre un lienzo gris grafito. Ticket to ride en clave Lennon; la esencia de mi infancia en los parlantes. She’s got a ticket to ride dice la canción. Mi hermana y yo nos miramos y conectamos (como siempre). Una canción premonición nos aterriza en el regazo. Nos miramos y somos ojos de estrella, ojos de sueños… alas. Niñas inquietas con anhelos de jugar en este playground geográfico llamado mundo. Cómplices que cargan una misma valija. Manos frías que empiezan a buscar su propia calidez; abrazo floral y abrazo cítrico.

Viernes. Una canción oportuna, el ruido del viento y el lienzo grafito. Mi cabeza, despejada. Las preguntas que ahora salen a encontrarme en dirección opuesta. Las esquivo. Inhalo, exhalo, respiro. Velocímetro. My baby don’t care, My baby don’t care. My baby don’t care. La canción que desvanece; el locutor que reaparece regalando una oración: En radio Aspen las canciones hablan de vos.

Y María Sol, ¿por qué la música? ¿Por qué las señales, María Sol? ¿Por qué la magia? – Baja la ventanilla – Porque la vida Sol, porque la vida…

ANTESALA DEL LECTOR:
sol

A los 10 años encontró refugio de la ciudad de la furia en una máquina de escribir. Más tarde conectaría con la escritura de viajes en un intento de traducir la mirada poética sobre el mundo que la rodea. Desde entonces, se ha alejado y ha vuelto a la poesía como quien vuelve a los brazos del amante: buscando calor.

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