“Busco un amor. Un amor real. Ridículo, inconveniente, que me consuma, un amor de esos que te hacen pensar que no puedes vivir sin el otro”.
Carrie Bradshaw – Sex & The City
A veces ser mujer se siente como un trabajo de tiempo completo: despertarse, armar la cama, acomodar la habitación, elegir lo que me voy a poner para un día de frío tajante, preparar el desayuno, llevar la ropa al canasto, barrer, repasar los muebles, prender un sahumerio, abrir mi cuaderno, escribir, marcar mi última nota con la lapicera como señalador, leer un capítulo del libro que empecé hace meses, recolectar material de trabajo (el remunerado), tomar mate, escuchar música, chequear si hay alguna película nueva para ver (hoy tengo ganas de romance, o comedia, o ambos), poner música, preparar el almuerzo, armar la lista del super, lavar la vajilla, poner algo de ropa a lavar, prender otro sahumerio, hacerme un té de frutos rojos, chatear con mis amigas, leer otro capítulo del mismo libro, seguir con mi trabajo remunerado, tender la ropa, darme una ducha, ponerme crema para el cuerpo y un tinte de colonia cítrica, hacerme la merienda, mirar un programa de cocina, arrancar una lista mental de todo lo que quiero cocinar y probablemente jamás cocine, lavar la taza, hablar con mis amigas, ir al super, acomodar las compras, tomar mate, poner música, empezar a escribir un post mientras el horno/la olla/la sartén cobran la temperatura deseada, preparar la cena, lavar la vajilla (de nuevo), hacerme un té de tilo y manzanilla, abrir mi cuaderno de nuevo, seguir escribiendo en la cama, dormir…
Reconozco que una parte de mí aún tiene miedo de mostrarse como es: extra cursi, hiper cinéfila, súper melómana, adicta al pinterest, recolectora de imágenes de decoración, recolectora de ilustraciones digitales, recolectora de poemas; romántica, a veces demasiado mental, a veces demasiado sentimental, a veces demasiado intensiva; hiperactiva, inquieta, curiosa, cursi (¿ya lo dije?), entonces… repetitiva.
A veces ser mujer se siente como un trabajo de tiempo completo, pero supongo que todo esto “comes with the job” (lo olvidaba, me gusta el spanglish). Y creo que no lo cambiaría por nada. Esta intensidad, este trajín, este sentir más de la cuenta; estas ganas de absorber lo más que pueda, estas ganas de abrazar hasta en los sueños, esta hiperactividad del corazón.
… Y en el medio de todo esto, el amor y el desamor; todo lo que aflora. Mi hiperactividad (o hipersensibilidad) del corazón me lleva a encontrar mi catarsis en la música. Es así como surgió este mixtape una mañana de invierno, acunado entre una mezcla de sensaciones que todavía no consigo distinguir. Mi corazón no está roto, pero sí cansado. Viene de correr una maratón intentando alcanzar el estrellato en un cielo que prefiere ser carbón (como el de esa mañana)… Aunque, para ser sincera, también amo la lluvia, me recuerda a París; amo viajar, y también amo volver.
Entonces, en el medio de todo esto, la vida y ser mujer; todo lo que florece: el amor, el romance, la poesía, el erotismo, el desamor, los viajes, París, Barcelona, mi faceta culinaria, mi faceta de escritora, mis miedos, mis dudas, el hombre que quiero para mí, el hombre que sueño, el hombre que deseo (sí, multitasking sentimental), bailar, abrazar, cerrar los ojos, abrir los ojos, decir lo que me pasa, que mi cuerpo me devuelva rosas rojas una vez al mes para decirme “no estoy listo“, llover por los ojos por extrañar a mi mamá, añorar los abrazos de verano paternos, enamorarme, des-enamorarme, volverme a enamorar, sentir más de la cuenta (¿ya lo dije?), entonces… repetitiva (de nuevo).
Hoy fue un día de listas, de comas, de intermitencia mental y constancia sentimental.
Hoy me regalé el día, y lo envolví en canciones: